La globalización ha provocado mercados altamente competitivos. Las empresas se ven obligadas a innovar y rediseñar procesos de trabajo con la única finalidad de lograr la mayor eficiencia posible. Esto hizo que el factor humano se convierta en el activo fundamental para generar valor. El capital humano se desarrolla a través de procesos clave. Uno de esos procesos ¿puede ser el coaching?
El sociólogo Max Weber destacó la importancia de la estructura y cómo los cargos deben ir enfocados de acuerdo a los perfiles. Para Chris Argyris, es necesario desarrollar competencias que permitan ajustar los perfiles y además atender al cambio. Bajo esa perspectiva, en las últimas décadas los conocimientos técnicos y habilidades interpersonales se convirtieron en objetivos de desarrollo para mejorar el desempeño.
En la actualidad las empresas están adoptando sistemas de gestión por competencias que permiten articular procesos formales para el desarrollo del talento humano. Bajo esta estructuración teórica y empírica se incluyen procesos clave como la capacitación externa e interna para acompañar el desarrollo de hard skills y soft skills. El coaching es la pieza que falta para cerrar el ciclo de aprendizaje, es el proceso clave que necesitan las empresas para mejorar la calidad de los procesos de desarrollo de soft skills.
Si bien hoy no existe aún una cultura dominante que incluya al coaching profesional dentro de los procesos de desarrollo, más temprano que tarde las empresas adoptarán marcos de desarrollo que incluyan al coaching. La razón es que es el proceso más eficaz para desarrollar competencias blandas, pues son hábitos que solo pueden desarrollarse a través de un acompañamiento individualizado, personalizado y contextualizado.
Con las piezas completas la gestión del capital humano y de las organizaciones se hará más tangible y sobre todo permitirá encontrar soluciones eficaces y duraderas a las cuestiones que presenta la creación de valor en la Cuarta Revolución Industrial.
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