Desde el aparecimiento de la gestión de recursos humanos, primero bajo el enfoque administrativo-laboral hasta ubicarse hoy en el camino hacia un rol estratégico, su misión más importante es contribuir al logro de los objetivos estratégicos de las organizaciones. Lo cual significa apoyar en la creación de valor económico. ¿Cómo lo pueden hacer?.
Es básico comprender que hoy la principal fuente de creación de valor es el capital intelectual. El trabajador intelectual identificado por Peter Drucker emerge con nuevos esquemas de trabajo bajo el brazo. Puestos con mayor flexibilidad que se evidencia en las formas de relación: trabajadores freelance, teletrabajo, contratos temporales, y en las necesidades de nuevos conocimientos y habilidades para adaptarse al cambio en un entorno en el que interactúan máquinas y seres humanos.
En esta línea, los responsables del desarrollo de talento humano deben considerar la necesidad de reformular la gestión del conocimiento y los procesos de aprendizaje para que se produzcan en tiempo real y en consonancia con los flujos de trabajo. Dicho de otra forma, tienen que trabajar en la creación de ecosistemas en los que el aprendizaje y el trabajo diario confluyan para mejorar las experiencias creativas y de innovación.
Con trabajadores que no responden a las viejas estructuras piramidales y socios estratégicos que no forman parte del organigrama principal de la empresa pero que sí forman parte de la cadena de valor, el enfoque de desarrollo tradicional, queda corto. Es por ello que el futuro será para quienes logren construir sistemas orgánicos de aprendizaje dinámico.
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