¿Has sentido alguna vez que tus logros y éxito se deben a la suerte o a la ayuda de otros, en lugar de reconocer sus propias habilidades y esfuerzos? ¿Has estado bajo cierta presión para demostrar la competencia y el temor a ser descubierto como un fraude? ¿Te cuesta aceptar elogios o reconocimiento por los logros, minimizándolos o atribuyéndolos a otros? Si tu respuesta es afirmativa, puedes estar viviendo el síndrome del impostor.
El #síndromedelimpostor es un fenómeno psicológico en el que una persona experimenta una sensación persistente de no merecer su éxito y de ser descubierto como un fraude. Esta sensación se produce a pesar de haber logrado logros significativos y ser reconocido por ellos. Aunque la experiencia puede variar en forma e intensidad en cara persona, podemos decir que es esa sensación de sentir que se está aprovechando de una oportunidad o de una situación favorable sin merecerlo. Otra definición: es la experiencia interna de falsedad intelectual y la incapacidad de interiorizar el éxito profesional a pesar de los indicadores objetivos que indiquen lo contrario (Bernard, Dollinger y Ramaniah, 2002; Whitman y Shanine, 2012).
Según Sakulku y Alexander, en The Impostor Phenomenon, para quienes sufren este síndrome, el éxito no significa felicidad. Los impostores a menudo sienten miedo, estrés, duda y se sienten incómodos con sus logros. Sin duda, eso tiene un enorme impacto en la capacidad de una persona para aceptar y disfrutar de sus capacidades y logros, y tienen un impacto negativo en su desarrollo personal y profesional. Vergauwe (2015) encontró una relación negativa con la satisfacción laboral, el compromiso organizacional y los comportamientos de ciudadanía organizacional.
Lo contrario al síndrome del impostor es la autoconfianza y la autoestima saludables. La autoconfianza se refiere a la creencia en las propias habilidades y capacidades, mientras que la autoestima se refiere a la valoración positiva de uno mismo. Las personas con autoconfianza y autoestima saludables confían en sus habilidades y logros, aceptan elogios y reconocimiento, y no tienen miedo de cometer errores y aprender de ellos. Estas personas también reconocen sus fortalezas y debilidades y trabajan en mejorarlas sin sentir una presión constante para ser perfectas.
¿Qué hacer?
En resumen, las personas con este síndrome tienden a atribuir sus éxitos a la suerte o a la ayuda de otros, en lugar de reconocer sus propias habilidades y esfuerzos. Para combatir el síndrome del impostor, es importante trabajar en la autoestima y la autoimagen. No es nuestra intención ofrecer una salida fácil a un problema tan complejo, sin embargo, aquí dejamos varias recomendaciones que pueden ayudar:
Aceptación de los logros: Reconocer y aceptar los logros en lugar de minimizarlos o atribuirlos a la suerte. Esto significa que valoremos lo que hacemos o tenemos. Tomémonos el tiempo para pensar sobre nuestras fortalezas.
Autoconfianza: Practicar la autoconfianza y creer en uno mismo y en sus habilidades. Claro, siempre el contexto tiene una influencia profunda en nuestra autoconfianza, pregúntate, ¿las personas que me rodean aportan a mi crecimiento? De hecho, en el estudio citado antes, se plantea como una cuestión a observar la forma en que se transmiten los mensajes en la familia relacionados con los logros. Los mensajes de la familia relacionados con los logros que son invalidados, incoherentes o confusos pueden tener sobre el desarrollo del síndrome.
Comunicación: Hablar con amigos, familiares o un terapeuta sobre los sentimientos de fraude y obtener una perspectiva objetiva y de apoyo. Fíjate que no recomendamos un coach, pues este en su rol no podría aportarte "una perspectiva", el coaching siempre es un proceso no directivo.
Celebración de logros: Celebrar los logros, grandes y pequeños, y recordarlos como una muestra de habilidades y esfuerzos. En un mundo complejo, siempre es más difícil alcanzar nuestros objetivos, ¿por qué no reconocer nuestras capacidades cuando lo logramos?
Reestructuración de pensamientos: Reemplazar pensamientos negativos con pensamientos más positivos y realistas. Esto suena más fácil de lo que realmente es. Primero, nuestros pensamientos moldean nuestra forma de ver el mundo. Esos pensamientos surgen de nuestra experiencia con el contexto, es decir, son fruto del aprendizaje. Entonces, el camino para cambiar nuestros pensamientos, es, justamente, adquirir nuevos aprendizajes a través de nuevas experiencias o nuevos contextos. Por ejemplo, si necesitamos fortalecer la confianza en nosotros mismo, hagamos actividades que nos ayuden a fortalecer ello mientras mejoramos nuestra seguridad. Poco a poco elevamos el nivel de reto, cambiamos de contextos, aumentamos la dificultad de tal forma que podamos aprender de cada experiencia.
Acepta que todos nos equivocamos: Existen varios estudios que plantean la relación del síntoma con el perfeccionismo, aunque no llegan a conclusiones contundentes. En cualquier caso, aceptemos que todo nos salga bien todo el tiempo y es mucho más probable que nos equivoquemos. Esa sensación de impostura puede provenir de nuestra necesidad de
Para finalizar, aunque el síndrome del impostor es un problema común, se puede superar mediante la aceptación de los logros, la autoconfianza, la comunicación, la celebración de logros y la reestructuración de pensamientos. Sin embargo, tenemos que aclarar que muchas veces la solución requiere de terapia y como este es un blog de Coaching, el Coaching no es terapia.
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